http://dx.doi.org/10.35381/r.k.v5i9.267
Cavilaciones sobre la evaluación y la calidad educativa en Colombia
Ruminations on the evaluation and educational quality in Colombia
Haydn Rodrigo Chaves-Manzano
Corporación Universitaria Minuto de Dios – Uniminuto
http://orcid.org/0000-0001-8072-8189
Inés Del Pilar Ordoñez-López
inesdelpilarordonezlopez@gmail.com
Corporación Regional de Educación Superior - CRES
http://orcid.org/0000-0003-0270-4725
Recibido: 29 de marzo de 2019
Revisado: 30 de abril de 2019
Aprobado: 28 de agosto de 2019
Publicado: 20 de enero de 2020
RESUMEN
La presente investigación se enmarcó bajo el paradigma o enfoque cualitativo analítico, que tiene como objetivo analizar dos temas que están estrechamente relacionados, como son: la evaluación y la calidad educativa, en primer lugar, en un contexto general y posteriormente como se abordan en el contexto colombiano. Los datos se obtienen de una profunda revisión bibliográfica, en donde se evidencia que la evaluación ocupa, cada vez más, un lugar importante en el sistema educativo, ya que resulta imposible educar sin evaluar y, en ese sentido, tanto las organizaciones internacionales como los gobiernos se han preocupado por este tema, implementando pruebas estandarizadas para medir, de alguna manera, la calidad de la educación que se está brindando. Colombia, no ajena a esto, tiene sus propios sistemas de evaluación y sus propias pruebas, con las cuales mide el tipo de educación que está ofreciendo.
Descriptores: Calidad de la educación; evaluación de la educación; planificación de la educación. (Palabras tomadas del Tesauro UNESCO).
ABSTRACT
This investigation was framed under the paradigm or analytical qualitative approach, which aims to analyze two closely related topics, such as: evaluation and educational quality, firstly, in a general context and, subsequently, as addressed in the Colombian context. The data is obtained from a thorough bibliographic review, where it is evident that evaluation occupies, increasingly, an important place in the educational system, since it is impossible to educate without evaluating and, in that sense, both international organizations and Governments have been concerned about this issue, implementing standardized tests to measure, in some way, the quality of education that is being provided. Colombia, not oblivious to this, has its own evaluation systems and its own tests, with which it measures the type of education it is offering.
Descriptors: Educational quality; educational evaluation; educational planning. (Words taken from the UNESCO Thesaurus).
INTRODUCCIÓN
La educación constituye un factor determinante para la transformación del hombre y de este con el mundo en donde vive y se desarrolla. Sin duda alguna, la calidad educativa está estrechamente ligada al desarrollo de un país, pues en la medida de que su población sea más educada, existirá un reflejo positivo en los aspectos: social, cultural, político y económico. Todas las naciones poseen un sistema educativo, en donde cada uno de los elementos que lo componen, se encuentra estrechamente relacionados, no necesariamente de forma jerárquica, pero sí de tal forma que sean un engranaje para que puedan llegar a afectar a todo el sistema. En este sistema se encuentran relaciones de poder, de mando, de obediencia, de necesidades, de legitimidad, de eficiencia, eficacia, efectividad, entre otros, que consienten desarrollar los procesos educativos de manera sistemática, para llegar al fin último, un sistema completo, que genere cambios y transformaciones. En este contexto, la educación, la evaluación y la calidad buscan resolver problemas o necesidades, buscan transformar, con métodos adecuados y precisos, para llegar a planteamientos y acciones que permitan la evolución de la educación y desde allí la sociedad.
El sistema educativo debe entonces estar orientado a satisfacer una necesidad creciente, la educación, en una población que en su gran mayoría carece de recursos, lo que dificultad poder acceder al servicio educativo aun siendo en algunas regiones gratuito. Las barreras de acceso deben ser parte del análisis de los gobiernos, a fin de poder tomar acciones correctivas que permitan al estudiante superar los obstáculos y lograr así incorporarse al sistema, de tal forma que en términos de cobertura se cumplan los indicadores establecidos por las políticas educativas de cada país, tal es el caso del sistema educativo colombiano, en donde para el año 2013, el Ministerio de Educación Nacional estableció los indicadores para evaluar la educación en el país en los niveles: preescolar, básica y media, de acuerdo a cinco categorías: contexto, recursos, procesos, resultados e impacto (MEN, 2013), estos elementos permitieron evaluar la política educativa colombiana y ayudaron a planificar mejor el sistema educativo, comparado con otros a nivel latinoamericano y a nivel mundial.
La evaluación permanente, mantiene vigente la información relevante y objetiva, para las instituciones con interés en lo educativo, de tal manera, que se pueda conocer el nivel o grado de calidad con que se tiene el sistema, claramente identificados los actores a evaluar. Por eso se ha vuelto tan importante evaluar no solo a los estudiantes, sino también a los docentes y a las mismas instituciones y, a posteriori, determinar la utilidad para tomar decisiones en pro de una mejor educación.
La calidad surge por la necesidad de anticipar al error durante el proceso y no asumir acciones correctivas después de este. En ese sentido, se hace necesario evaluar cada proceso a fin de poder identificar en primer lugar, la forma en que se ha venido desarrollando y, en segundo lugar, las posibles anomalías existentes que pudieran llegar a repercutir negativamente en el resultado final. Por esta razón, González (2004; citado por Egido, 2005) afirma que “no se puede hablar de calidad sin tener una vinculación directa con la evaluación, pues para poder afirmar que algo tiene calidad, ha sido necesario previamente una valoración”. (p. 18). Es claro que la definición misma de calidad abarca tantos aspectos que puede llegar ser interpretada desde varias perspectivas, influenciadas por los contextos y realidades de quién observa y evalúa el concepto.
De acuerdo con lo anterior, en los siguientes párrafos se hará una descripción, en primer lugar, general sobre los temas a abordar, la evaluación y la calidad educativa, haciendo una conexión entre estas dos variables, y posteriormente, en el contexto colombiano, para finalizar, se presentará a manera de conclusión unas reflexiones extraídas de la relación de las dos variables.
El propósito de la investigación es revisar a través de un estudio cualitativo bajo el método de etnografía aplicada a la educación, la relación que existe entre la evaluación y la calidad educativa en el contexto colombiano, a partir de la revisión de las diferentes pruebas estandarizadas que actualmente se aplican en todos los niveles de la educación.
DESARROLLO
La calidad educativa y su relación con la evaluación en el contexto general
La evaluación educativa, término acuñado por Ralph Tyler, este dividió la historia de la evaluación educativa, antes de él, evaluación sistemática y profesional, y después de él (1930), real y profesional (Stufflebeam, 1985; citado por Lemus, 2012). Por todos sus aportes se reconoce a Tyler, como el padre de la evaluación educativa (1930 – hasta la actualidad), influenciada por las ideologías sociales, así como también por los modelos administrativos y económicos de la época. Hasta la década de los 80’s, la evaluación significaba medir, examinar, probar, entre algunos conceptos; pasa el tiempo y los procesos evaluativos comienzan a tomar forma, se concibe la evaluación como un proceso integral, en donde, no solo se evalúa el conocimiento, sino que se evalúan las aptitudes, las actitudes, las didácticas tanto de los estudiantes como de los docentes, entre algunos aspectos, de tal manera que el concepto de evaluación como rendición de cuentas, relación costo – beneficio cambió, trajo la necesidad de sistemas de información y procedimientos más avanzados, que arrojen resultados contundentes sobre los procesos y los procedimientos evaluativos. La evaluación en la educación pasa a ocupar entonces una parte importante del proceso, pues de acuerdo con Cronbach (1963, citado por Fermenía, 2015) permite recoger y analizar información para tomar decisiones sobre un programa educativo (p. 18), siendo entonces un instrumento al servicio de la educación y no el juez de la misma. Sin embargo, para Tyler (1900, citado por Lucea, 2015) la evaluación “se convierte en el proceso que permite determinar en qué grado han sido alcanzados los objetivos educativos propuestos” (p. 62). En otras palabras, la evaluación para Tyler representa la herramienta que finalmente va a determinar qué tan efectivo fue el proceso educativo. López y Benítez (2018), expresan que “la evaluación constituye un proceso continúo orientado a conocer las debilidades y potencialidades para el aprendizaje, actitudes y valores de los estudiantes, todo ello enmarcado en el desarrollo del proceso de enseñanza aprendizaje, hacia la búsqueda de la calidad en la educación que se imparte” (p. 112).
La evaluación educativa es un elemento regulador, que permite analizar y valorar las condiciones de calidad y gestión de los procesos en los establecimientos educativos. Es un proceso que genera información, de esta manera la evaluación, mejora la calidad educativa y en este orden el éxito depende de la continuidad y ejecución de los planes de mejoramiento, por ello se puede observar que la calidad y la evaluación están íntimamente relacionadas, actualmente no puede existir el uno sin el otro.
Para los estudiantes, la calidad educativa tiende a estar medida en la adaptabilidad y aceptación de los currículos, dicho de otra manera, para un estudiante su educación posee calidad en la medida que está le permita acceder a mejores condiciones de vida, representada un incremento en sus posibilidades laborales, es decir, que la relación beneficio-costo de haber pasado cierta cantidad de años en una etapa escolar, finalmente terminen sirviendo para algo y no sea solamente un acervo de conocimiento que una vez culmine su proceso formativo, no va a volver a utilizar.
De acuerdo con lo anterior, resulta importante relacionar la motivación escolar con manifestaciones conductuales hacia el aprendizaje, los docentes y la misma escuela, en otras palabras, que esa motivación este dada por una correcta asignación de actividades que resulten adecuadas para el estudiante, tal como menciona Gardner (1998; citado por Goleman, 2012) el aburrimiento en la escuela genera conflicto, además de ansiedad respecto a la tarea. El estudiante aprende de forma óptima cuando tiene algo que le interesa y obtiene placer ocupándose de ello (p. 121). En esa misma línea, De Zubiria (2014) afirma que solo con el desarrollo de las competencias afectivas se logra un mejor desempeño académico, favoreciendo los procesos de motivación y de concentración (p. 72).
En los docentes, el concepto de calidad en la educación tiende a estar más dado al nivel de exigencia de los currículos, a los temas que en él se incorporan y la capacidad de cumplir los contenidos programáticos asignados para cada periodo lectivo. En ese sentido, la calidad se ve resumida la eficiencia más no en la eficacia, siendo la primera la optimización de los pocos recursos que algunos docentes tienen a disposición y la segunda una verdadera aprehensión de los conocimientos por parte de los estudiantes. Se convierte entonces el proceso en un continuo depósito de conocimiento en las mentes de los estudiantes, como menciona Freire (2005) “se vuelve una visión bancaria donde el conocimiento es una donación de aquellos que se consideran sabios a los que juzgan como ignorantes” (p. 52). Obviamente, esto va en contra de los modelos constructivistas que algunas instituciones manifiestan en sus proyectos educativos con las prácticas conductistas de algunos docentes.
Continuando, es indudable que los modelos educativos de las escuelas han ido evolucionando con el tiempo, conforme también ha ido avanzando la sociedad, a mediados del siglo XX las personas tenían unos valores más arraigados, existía un respeto por la autoridad, había una verdadera motivación por estudiar y altas posibilidades de vincularse laboralmente, lo que convertía a las instituciones en verdaderos centros de promoción de las costumbres tradicionales. Actualmente, se puede hablar de una carencia de valores o estos son contradictorios producto del acceso ilimitado a información, la diversidad cultural, las condiciones sociales no son tan estables como anteriormente, se ha perdido en algunos casos el respecto hacía el docente. Como menciona Álvarez (2004) no es igual dirigir una escuela en los 60 que las escuelas de hoy, donde imponen el fenómeno de la diversidad, producto de la generalización del sistema como una conquista social (p. 73). En ese sentido, las instituciones y directivas perciben la calidad como el cumplimiento de indicadores nacionales, medidos principalmente por pruebas estandarizadas que de alguna manera homogenizan la educación, sin importar otros aspectos. Una institución es de calidad, en la medida que sus estudiantes a través de esas pruebas, las ubiquen en las primeras posiciones de los rankings que algunos países acostumbran a hacer para mostrar los resultados de sus evaluaciones. Con tanta diversidad, la única forma de agrupar pareciera ser a través de las evaluaciones estandarizadas.
Popkewitz (2013) explica que para el año 2000, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico – OCDE, preparó un estudio mundial, en el cual se mediría el rendimiento académico de los estudiantes (de 15 años) en las áreas de matemáticas, ciencias y lectura, el objetivo principal era obtener datos comparables que posibiliten a los países mejorar sus políticas educativas y sus resultados, al estudio lo llamaron Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes o Informe PISA por sus siglas en Inglés (Programme for International Student Assessment); este estudio se basó en exámenes estandarizados, que los países aplican cada tres años, aunque es considerado como un sistema "objetivo" de comparación, su formulación está sujeta a muchas críticas, por cuanto es un análisis meramente cuantitativo, es decir, que las pruebas arrojan información importante para tener en cuenta, ya que son datos estadísticos, pero no vital para cambios sustanciales en las políticas educativas de cada país. En el último Informe PISA (2015), expone que “a lo largo de la última década, el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos, PISA, se ha convertido en el principal baremo mundial para evaluar la calidad, equidad y eficiencia de los sistemas educativos. PISA ayuda a identificar las características de los sistemas educativos de mayor rendimiento, lo que puede permitir a gobiernos y educadores reconocer políticas efectivas que pueden adaptar a sus contextos locales” (p. 2).
Lo anterior demuestra que, que si bien, las pruebas PISA, con menos rigor recogen, muchas veces, muchísima información sobre las características de los estudiantes, las de sus familias y las de los centros. Los alumnos responden a un cuestionario sobre sí mismos y sobre sus familias. Los directores de los centros proporcionan información acerca del tamaño de los mismos, de las políticas de selección de alumnos, de las relaciones alumnos profesor, de las estrategias de apoyo o ayuda a los alumnos con dificultades de aprendizaje, etc. A lo cual se añade la información relativa a los sistemas educativos y a la economía de los países de que se puede disponer en las fuentes secundarias, mucha de ella compendiada por la propia OCDE. Todo hasta cubrir la mayor parte de las características que podrían influir en el aprendizaje, pues se trata de asociar los datos acerca de los resultados obtenidos sobre el aprendizaje de los estudiantes, los rasgos característicos de estos y los factores claves que dan forma a su aprendizaje tanto dentro como fuera del centro escolar.
La prueba PISA, es solo una de las tantas pruebas que se aplican en el mundo, la preocupación por la mejora cualitativa de la educación está presente, ya que los sistemas educativos no funcionan tan eficazmente, o tan eficientemente, los países exigen respuestas precisas sobre los procesos de transformación que han emprendido desde hace unas décadas porque no es suficiente con proclamar el cambio sino, es necesario producirlo.
En general, las pruebas estandarizadas tienen motivaciones diferentes y objetivos diferentes, de acuerdo con el contexto político del país. Estas pruebas son construidas por grupos de expertos en los diferentes campos del saber y agrupan las preguntas por temáticas específicas, con ello permite identificar en las poblaciones estudiantiles y docentes dónde están los problemas o en dónde se debe mejorar; con la información que arrojan las pruebas se establecen nuevos lineamientos y nuevas prácticas escolares para mejorar la eficacia y eficiencia e ir en camino a la calidad educativa.
La calidad educativa ha sido objeto de estudio en los últimos años, debido a la preocupación de los gobiernos por cumplir los indicadores internacionales respecto al nivel y situación de los sistemas educativos, principalmente en América Latina. Sumado a esto, el esfuerzo en términos de cobertura escolar ha ocasionado que se llegue a interpretar la calidad en la educación como la cantidad y capacidad de atender a una mayor población. En la actualidad, los entes gubernamentales han incorporado ministerios y oficinas cuya función principal es el aseguramiento de la calidad en todos los niveles de la educación y para ello han desarrollado programas de evaluación que les permite medir cual es el impacto y a partir del análisis definir las políticas que orientarán la educación en los próximos años. Estos programas deben trascender Gobiernos y personas, y ser verdaderamente una apuesta para el mejoramiento continuo.
La aparición del concepto “calidad de la educación” se produjo históricamente dentro de un contexto específico. Viene de un modelo de calidad de resultados, de calidad de producto final, que nos pone en guardia, sobre todo, del hecho de que bajo estas ideas suelen estar los conceptos de la ideología de eficiencia social que considera al docente poco menos que como un obrero de línea que emplea paquetes instruccionales, cuyos objetivos, actividades y materiales le llegan prefabricados, y en el cual la “calidad” se mide por fenómenos casi aislados, que se recogen en el producto final. (Aguerrondo, I. 1993, p. 115). Por ello, el término calidad fue enmarcado en términos empresariales que ha ido evolucionando a lo largo de los años, según James (2005 citado por Díaz, Valencia y otros, 2006, p. 37), el desarrollo de la calidad ha sido más o menos continuo durante los últimos 100 años, aunque la calidad ya existía anteriormente a ese tiempo, su sistemático interés y su denominación de calidad ha traído con las innovaciones y avances de la ciencia y la tecnología cambios que observamos en la sociedad actualmente y que muchas organizaciones se someten a diario, tanto en sus servicios como en sus productos y relevante para ser sustentable y sostenible, aplicado a la educación debería tener una connotación diferente y no ser visto como un producto final sino como un proceso que conlleva una serie de pasos, por decirlo de alguna forma, para obtener mejores resultados. No olvidemos que la educación involucra a seres humanos, seres cognoscentes con diferentes niveles de pensamiento, que pueden discernir y tomar decisiones con diferentes criterios de verdad; por tanto, la calidad “… califica algo… es de algo, de la educación, de sus productos, de sus actores, de las instituciones, de sus contenidos, de sus impactos, de sus procesos” (Díaz, Valencia, y otros, 2006, p. 29), dicho de otra manera, de todo aquello que desarrollan las personas para lograr objetivos, metas o propósitos.
En los docentes, el concepto de calidad en la educación tiende a estar más dado al nivel de exigencia de los currículos, a los temas que en él se incorporan y la capacidad de cumplir los contenidos programáticos asignados para cada periodo lectivo. En ese sentido, la calidad se ve resumida la eficiencia más no en la eficacia, siendo la primera la optimización de los pocos recursos que algunos docentes tienen a disposición y la segunda una verdadera aprehensión de los conocimientos por parte de los estudiantes. Se convierte entonces el proceso en un continuo depósito de conocimiento en las mentes de los estudiantes, como menciona Freire (2005) se vuelve una visión bancaria donde el conocimiento es una donación de aquellos que se consideran sabios a los que juzgan como ignorantes (p. 56). Obviamente, esto va en contra de los modelos constructivistas que algunas instituciones manifiestan en sus proyectos educativos con las prácticas conductistas de algunos docentes. Maya, E y otros (2019) afirman que:
para encontrar una excelencia educativa se requiere de múltiples factores: entre otros, de profesores efectivos, de condiciones pedagógicas buenas, de estudiantes en buenas condiciones físicas y psicológicas, de políticas educativas claras, de universos valorativos identificables, de fluidez financiera y administrativa a nivel macro y también de la existencia cotidiana de las decisiones que se toman. Las grandes políticas y los grandes planes se convierten en decisiones reales y hechos visibles, a través de sus decisiones (p. 122).
Entonces, la calidad surge por la necesidad de anticipar al error durante el proceso y no asumir acciones correctivas después de este. En ese sentido, es necesario evaluar cada proceso a fin de poder identificar en primer lugar, la forma en que se ha venido desarrollando y, en segundo lugar, las posibles anomalías existentes que pudieran llegar a repercutir negativamente en el resultado final. Por esta razón, González (2004; citado por Egido, 2005) afirma que no se puede hablar de calidad sin tener una vinculación directa con la evaluación, pues para poder afirmar que algo tiene calidad, ha sido necesario previamente una valoración. Es claro que la definición misma de calidad abarca tantos aspectos que puede llegar a ser interpretada desde varias perspectivas, influenciadas por los contextos y realidades de quién observa y evalúa el concepto.
Finalmente, para el Gobierno la calidad educativa se orienta más a la masificación de la educación, diseñando estrategias de cobertura que le permitan llegar a más personas y así aumentar la tasa de alfabetización, lo que finalmente es visto con buenos ojos en el ámbito internacional. Se puede observar entonces, que los diferentes actores del proceso educativo poseen una concepción muy diferente de lo que es calidad educativa, y en su análisis inclusivo, generalmente son los estudiantes los que se quedan por fuera del debate a pesar de que se hable de que la educación debe ser más pertinente y consecuente con las necesidades del mundo actual.
Aspectos de la evaluación y la calidad educativa en Colombia
Desde el año 1994 el Ministerio de Educación Nacional de Colombia estableció los niveles en que está organizada la oferta educativa a través de la Ley 115 denominada Ley General de Educación. Esta ley hace una aclaración muy particular de los dos tipos de educación que acepta Colombia, siendo la principal y objeto de análisis de esta reflexión la educación formal, la cual está compuesta por los niveles de educación preescolar, básica, media y superior.
La educación preescolar es entendida como aquella que se oferta al niño a fin de garantizar su desarrollo integral a través de experiencias de socialización pedagógicas y recreativas. Este nivel es de carácter obligatorio y todas las instituciones educativas deben al menos ofertar un grado de preescolar. El nivel básico está conformado por nueve grados, los grados 1º a 5º se les denomina básica primaria y los grado 6º a 9º se les denomina básica secundaria. Tienen como particularidad que están estructurados en torno a un currículo común y estandarizado, conformado por las áreas básicas del conocimiento y de la actividad humana. El nivel medio o educación media tiene como finalidad la comprensión de los valores universales de tal forma que se prepare al estudiante para su ingreso a la educación superior y al campo laboral. Este nivel está conformado por dos grados, 10º y 11º. Finalmente, la educación superior tiene su propia reglamentación y su principal finalidad es la formación integral en las disciplinas específicas del conocimiento.
Desde las políticas educativas colombianas, cada nivel cuenta con un departamento de calidad, en algunos casos desde las funciones de inspección y vigilancia para garantizar que se están cumpliendo los estándares mínimos establecidos para cada nivel. Desde el Ministerio de Educación de Colombia, se empieza a desarrollar una serie de iniciativas conducentes a verificar que las instituciones cumplan una serie de requisitos para ofertar una educación de calidad. Esta evaluación de carácter institucional, permite medir a las instituciones en términos de infraestructura y cobertura, más allá del rendimiento académico propiamente dicho de los estudiantes. Sin embargo, pareciera que la educación superior fuera el principal interés del Ministerio, dejando a las Secretarias departamentales y municipales la verificación de los estándares de calidad. En ese sentido, estos entes gubernamentales pueden ejecutar de una mejor manera su función reguladora, teniendo en cuenta la cantidad de escuelas existentes en el país.
Ahora bien, la medición y evaluación del desempeño escolar está a cargo del Instituto Colombiano para la Evaluación de la Educación –ICFES-, que es el encargado de aplicar las pruebas a través de los niveles de formación anteriormente mencionados. Cada nivel cuenta con una prueba estandarizada de acuerdo a unos estándares de conocimientos que el estudiante se supone debe tener en cada grado. Para la educación básica, el ICFES aplica las pruebas Saber 3º, 5º y 9º, en la educación media se presentan las pruebas pre saber 11º y Saber 11º, y ya en la educación superior, en los niveles técnico y tecnológico las pruebas Saber TyT y en el nivel profesional la prueba Saber Pro.
Estas pruebas permiten tanto a estudiantes como a las instituciones conocer su desempeño y su posición respecto a los demás. En otras palabras, clasifican el desempeño de acuerdo a los resultados obtenidos. Sin embargo, se ha convertido en medio publicitario para que colegios divulguen su excelencia a raíz de estas pruebas, incluso, se sospecha de algunas instituciones no permiten que estudiantes con un menor rendimiento presenten las pruebas a fin de obtener mejores resultados. A pesar de ello, no deja de ser una herramienta relevante al momento de autoevaluar el desempeño institucional en estas pruebas, Gairin (2012) manifiesta que es una vía para mejorar los centros educativos y, en concreto, tiene por objeto comprender y mejorar la práctica. (p. 63).
Indudablemente, estos procesos de autoevaluación asociados a las pruebas de estado permiten a las instituciones realizar un diagnóstico real que permite mejorar la práctica pedagógica, también permite de acuerdo con Santos (1990) la posibilidad de “perfeccionar la labor docente, porque les permite a los profesionales conocer el alcance de su acción”. (p. 31).
Desde el punto de vista del estudiante, estas pruebas no miden efectivamente la capacidad de aprender de un individuo, por el contrario, tiende a encasillar en un mismo sistema homogéneo a una pluralidad de realidades, vivencias y valores propios de cada región. Adicionalmente, el negocio que se ha montado en torno a estas pruebas es inmenso, sobre todo en las pruebas Saber 11º que son las que permiten el ingreso a la educación superior. Cada año, la mayoría de los estudiantes ingresan a cursos previos donde se les capacita para presentar la prueba, ya esto denota que no se puede hablar de calidad educativa cuando el estudiante tiene que salir a capacitarse para poder alcanzar los niveles establecidos por las pruebas, en ese sentido, surge la interrogante de si las instituciones están formando adecuadamente o las pruebas no están teniendo en cuenta la formación en las escuelas y colegios. Se convierte entonces todo este proceso en una incansable lucha por impartir conocimiento para que finalmente el estudiante ponga en juego todo su trasegar por el colegio en una prueba que le determinará, en teoría, si puede acceder o no a la educación superior, pues en esencia es la finalidad de la prueba Saber 11º.
A nivel social, estas pruebas de estado para el acceso a la educación superior cobran relevancia si existe una aspiración de ingresar a una universidad pública, pues son las únicas que exigen un puntaje mínimo dependiendo de la profesión que se desea estudiar. Pero cuando el estudiante tiene la capacidad de costear sus estudios superiores en las instituciones privadas, la prueba Saber 11º pasa a ser simplemente un requisito de grado de su etapa escolar y documento esencial para poder matricularse, más no es excluyente o es factor de decisión para la admisión. Por esta razón, muchos estudiantes no prestan atención a estas pruebas y los resultados si bien son importantes no llegan a ser determinantes. Es pertinente mencionar, que a aquellos estudiantes que obtienen un puntaje sobresaliente, algunas instituciones les ofrecen becas para que inicien sus estudios, pero en la mayoría de los casos no son sostenidas estas ayudas financieras por más de 2 o 3 semestres, generando un indicador de deserción.
Al observar la educación superior, finalmente el estudiante debe someterse a otra prueba que en la actualidad no tiene ninguna trascendencia para el estudiante y sí para la institución. La prueba Saber Pro evalúa los conocimientos adquiridos en la formación profesional y es un requisito de grado presentarla más no aprobarla. Para el profesional, un mal resultado no le limita su grado o tiene consecuencias futuras en el ejercicio de su profesión. Para la institución, sin embargo, representa la medida de calidad con la que sus egresados están culminando su proceso formativo y este a su vez, permite tomar medidas frente a los currículos y finalmente frente a los lineamientos académicos que buscan cada vez más estar alineados a estas pruebas.
Finalmente, existe una evidente falta de alineación entre lo que Ministerio de Educación Nacional y el ICFES pretenden evaluar, solo hasta ahora estas dos instituciones están encontrando puntos de acuerdo para flexibilizar la evaluación de tal manera que mida significativamente si existe o no una calidad educativa en el país, más allá de una única herramienta de medición, que no evalúa la realidad del individuo, pues no es lo mismo un estudiante de las ciudades capitales que tiene todas las posibilidades, recursos, infraestructura, medios, etc., a un estudiante de las periferias donde para ir a estudiar algunos deben caminar por horas, pues no existen caminos, y las condiciones de escuela apenas dan para atender precariamente a un grupo por día. No es posible y no es justo medir a ambos por igual, aún más teniendo en cuenta que la necesidad de formación del primero es totalmente diferente a la del segundo.
Por lo tanto, la evaluación para el cambio no parece solamente el elemento central desde el que definir un bloque de un modelo de evaluación, sino que parece una de las razones de ser, aunque no la única, de la evaluación para la calidad. Por ello, se cree en la evaluación para el cambio, que se entronca en un movimiento alternativo al de las escuelas eficaces, conocido como movimiento de mejora de la escuela, orientado a la búsqueda de aspectos del centro que inciden en su funcionamiento y eficacia que deben mejorar y del modo en que deben hacerlo (De Zubiria, 1994, pp. 18), por ello la evaluación es el poderoso mecanismo mediante el cual los gobiernos controlan socialmente no solo a los actores de este proceso, sino a la sociedad en general, un pueblo educado ayuda a generar nación pero también ayuda a que las economías de los países salgan adelante.
EVIDENCIAS METODOLÓGICAS
La presente investigación es de carácter cualitativo con un enfoque etnográfico aplicado a la educación, Patton (1980) define “los datos cualitativos como descripciones detalladas de situaciones, eventos, personas, interacciones, conductas observadas y sus manifestaciones. Un estudio cualitativo busca comprender su fenómeno de estudio en su ambiente usual (cómo vive, se comporta y actúa la gente; qué piensa; cuáles son sus actitudes, etcétera)”. (p. 33). Por otra parte, Ciavaglia (2015) menciona que la etnografía se convierte en una perspectiva adecuada para estudiar lo educativo, pues describe la realidad del fenómeno educativo a partir del contexto. (p. 11)
La investigación encuadra en el tipo de estudio descriptivo, ya que describirá una situación específica de un grupo de personas, dicho suceso se analizará a profundidad (Danhke, 1989, p. 51). Por lo anterior, se analizan los diferentes mecanismos por los cuales la evaluación, tanto de estudiantes como de docentes, es un pilar fundamental para generar procesos de calidad en el contexto educativo.
En cuanto a la población y muestra, De Deobold B. y otros (2006) señala que, “muchas veces no es difícil obtener información acerca de todas las unidades que componen una población reducida, pero los resultados no pueden aplicarse a ningún otro grupo que no sea el estudiado”, por ello, la población de esta investigación es el sector educativo en Colombia, en todos sus niveles de formación y los análisis solo pertenecen a este grupo educacional.
De acuerdo a De Deobold B. y otros (2006):
Los estudios de correlación se utilizan para determinar la medida en que dos variables se correlacionan entre sí, es decir el grado en que las variaciones que sufre un factor se corresponden con las que experimenta el otro. Las variables pueden hallarse estrecha o parcialmente relacionadas entre sí, pero también es posible que no exista entre ellas relación alguna. Puede decirse, en general, que la magnitud de una correlación depende de la medida en que los valores de dos variables aumenten o disminuyan en la misma o en diferente dirección. Si los valores de dos variables aumentan o disminuyen de la misma manera, existe una correlación positiva; si, en cambio, los valores de una variable aumentan en tanto que disminuyen los de la otra, se trata de una correlación negativa; y si los valores de una variable aumentan, los de la otra pueden aumentar o disminuir, entonces hay poca o ninguna correlación, por tanto, la presente investigación relaciona las variables evaluación y calidad educativa, obteniendo una correlación positiva, ya que la evaluación, pilar fundamental de la educación genera directamente procesos de calidad en ambientes educativos.
De acuerdo con Quintana (2006):
El análisis documental, constituye el punto de entrada a la investigación. Incluso en ocasiones, es el origen del tema o problema de investigación. Los documentos fuente pueden ser de naturaleza diversa: personales, institucionales o grupales, formales o informales. A través de ellos es posible obtener información valiosa para lograr el encuadre que incluye, básicamente, describir los acontecimientos rutinarios, así como los problemas y reacciones más usuales de las personas o cultura objeto de análisis, así mismo, conocer los nombres e identificar los roles delas personas clave en esta situación sociocultural. Revelar los intereses y las perspectivas de comprensión de la realidad, que caracterizan a los que han escrito los documentos.
La presente investigación obtuvo los datos del análisis documental de información diversa, tanto institucional como grupal, del tipo formal.
Cabe señalar que la presente investigación, bajo el paradigma abordado, permite a los investigadores obtener información precisa y así sacar conclusiones
CONCLUSIONES
Claramente, no es posible hablar de calidad educativa si no se habla de evaluación. El proceso de medir y analizar la educación debe ser constante en aras de garantizar los elementos fundamentales a cada persona. Sin embargo, no puede ser la evaluación el centro del proceso educativo puesto que, de ser así, se convierte en una limitante muy fuerte porque hay que encasillar en un modelo de evaluación a una diversidad de población que en muchos casos difiere en aspectos culturales, socio económicos, religiosos, demográficos, tecnológicos, entre otros. Por ello, se convierte la educación en una valoración más cuantitativa que cualitativa porque es más importante el resultado numérico de una prueba que solo mide conocimientos y no las cualidades propias del ser humano que ha estado inmerso en un proceso de formación.
La evaluación inició como una medición de los conocimientos, primordialmente, de los estudiantes, para establecer el grado de aprendizaje alcanzado por estos sujetos, posterior a ello, se abordar de manera rigurosa los programas educativos, los contenidos, las metodologías y todos aquellos elementos que se requieren para hacer una educación de calidad.
El propósito de las pruebas estandarizadas es establecer escalas de valores entre los individuos (estudiantes o docentes) que las presentan, con el único fin de premiar a los mejores y alertar a aquellos con bajos promedios, con ello, los gobiernos cumplen una de sus políticas educativas, evaluar. Es un error decir que las Instituciones o los países que mayor puntaje tienen, ofrecen una educación de calidad porque un puntaje no demuestra calidad, solo demuestra conocimientos y eso que también tiene sus controversias, no siempre quien saca el mayor puntaje es el que más sabe, puede ser una cuestión circunstancial. Las pruebas en educación, voluntaria o involuntariamente han generado en las políticas educativas una legitimidad a la calidad, error que debemos asumir. Si se analiza a profundidad se puede vislumbrar que un alto puntaje no es certeza que el sistema funciona con calidad y un puntaje bajo no es un señalamiento de una mala calidad educativa.
Dentro del marco de las políticas educativas, la evaluación se ha convertido en pieza fundamental. La evaluación no solamente se utiliza como elemento de elección, sino como instrumento para rendición de cuentas de las instituciones educativas y ha entrado en un proceso para que los países del llamado Tercer Mundo puedan competir con sistemas educativos de otros países y tomen las medidas necesarias para demostrar eficacia y eficiencia en sus sistemas. Un tema controversial dentro de esta temática es la publicación de los resultados de las evaluaciones por medio de rankings, los cuales, marcan a los países como buenos o malos y estigmatizan a los estudiantes.
Instituciones Internacionales como la OCDE han prestado especial interés en las pruebas evaluativas, con una amplia difusión en todo el mundo, llevando a los países a competir y querer ocupar los primeros lugares, así mismo, ha motivado a otras Instituciones a crear pruebas asociadas con la evaluación. La evaluación ha tenido a lo largo de los años de aplicación, sus pros y sus contras, pero no se puede desconocer que es un instrumento muy potente para las políticas educativas, ya que ha dado las pautas para mejorar los sistemas de educación con el objetivo de lograr una educación de calidad.
El tema de la calidad educativa y la evaluación requieren aún una mayor reflexión en aspectos tales como: el poder político ejerciendo presión para que se lleva a cabo un proceso de evaluación que permita permear no la educación sino los focos fundamentales para que las naciones prosperen económicamente, y segundo, personas conscientes, o más bien, docentes conscientes que son los actores del cambio de la sociedad y que la educación que imparten, si no lo hacen con calidad no redundará en beneficios para los pueblos.
Para finalizar, se puede decir que el sistema educativo debe buscar otros mecanismos para generar calidad educativa y no a través de pruebas estándares que lo único que miden son aspectos cognitivos y falta todo aquello relacionado con la parte ontológica de cada ser humano.
FINANCIAMIENTO
No monetario.
AGRADECIMIENTOS
Al personal del Ministerio de Educación Nacional por el apoyo en el desarrollo de esta investigación.
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