https://doi.org/10.35381/e.k.v8i2.4813

 

Hacia un mundo sostenible: el rol fundamental de la educación

 

Towards a sustainable world: the fundamental role of education

 

 

 

Wilmer Arley Suarez-Sotelo

suarez.wilmer@gmail.com

Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Caracas, Distrito Capital

Venezuela

https://orcid.org/0009-0007-3497-1031

 

 

 

 

Recibido: 20 de junio 2025

Revisado: 25 de julio 2025

Aprobado: 15 de septiembre 2025

Publicado: 01 de octubre 2025

 

 

 

 

 

 

 


 

RESUMEN

La presente investigación tuvo como propósito analizar el papel fundamental de la educación en la promoción de un mundo sostenible, identificando estrategias pedagógicas. Se desarrolló desde una perspectiva hermenéutica, cualitativa y documental, empleando un método sistemático enfocado en el análisis interpretativo de artículos pertenecientes a las bases de datos Scielo, Redalyc y Scopus. Como resultado, se constató que la formación académica ha constituido un fundamento clave para lograr un progreso sostenible, puesto que se han fomentado el pensamiento analítico, los principios morales y las competencias requeridas para abordar problemáticas mundiales, tales como el calentamiento global, la inequidad social y la escasez de recursos naturales. De manera conclusiva, se destacó que fomentar la sostenibilidad en el ámbito educativo ha significado comprometerse con un futuro donde las nuevas generaciones podrían actuar con conciencia ambiental y social.

 

Descriptores: Sostenibilidad; educación; enseñanza. (Tesauro UNESCO).

 

 

 

ABSTRACT

The purpose of this research was to analyze the fundamental role of education in the promotion of a sustainable world, identifying pedagogical strategies. It was developed from a hermeneutic, qualitative and documentary perspective, using a systematic method focused on the interpretative analysis of articles belonging to the Scielo, Redalyc and Scopus databases. As a result, it was found that academic training has been a key foundation for achieving sustainable progress, since it has fostered analytical thinking, moral principles and the skills required to address global issues, such as global warming, social inequity and scarcity of natural resources. In conclusion, it was emphasized that promoting sustainability in education has meant committing to a future where new generations could act with environmental and social awareness.                                                 

 

Descriptors: Sustainability; education; teaching. (UNESCO Thesaurus).

 

 

 

 

 

 

 

INTRODUCCIÓN

A lo largo de la historia, en el ámbito educativo se ha mencionado el estudio del medio ambiente como una fuente de conocimiento y formación del ser humano; considerando la naturaleza como un recurso disponible para ser utilizado, gestionado y explotado, con esta perspectiva centrada en una visión antropocéntrica y fragmentada de la relación del ser humano con el sistema natural.

De esta manera, se ha precisado que, en las últimas décadas, se ha emitido una advertencia sobre un cambio profundo que debe ocurrir en la relación entre el ser humano y la naturaleza, por cuanto se están produciendo alteraciones ecológicas sin precedentes y con consecuencias graves. Esto requiere un replanteamiento ético si deseamos proporcionar un escenario equilibrado para las generaciones futuras (Isea et al., 2024; Bracho-Fuenmayor, 2024).

En un contexto global caracterizado por retos como el cambio climático, la disminución de la biodiversidad, la desigualdad social y el agotamiento de los recursos naturales, la sostenibilidad se ha transformado en un imperativo para asegurar el futuro del planeta y de las generaciones futuras (Real et al., 2024). No obstante, alcanzar un desarrollo verdaderamente sostenible requiere más que avances tecnológicos o políticas aisladas, demanda una transformación profunda en la manera en la cual las personas perciben, valoran y se relacionan con su entorno.

En esta trama, la educación se presenta como un pilar esencial, ya que no solo transmite conocimientos, sino también forma actitudes, valores y habilidades críticas para la acción (Moreira Cedeño & Jiménez Plaza, 2025). Una educación enfocada en la sostenibilidad promueve la conciencia ambiental, impulsa la equidad social y capacita a las personas para tomar decisiones responsables. Desde las aulas hasta las comunidades, la educación puede ser el motor que genere cambios tanto individuales como colectivos, alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de la ONU (Muguerza  y Chalmeta., 2020; Rodríguez, 2022).

Considerando lo mencionado, es importante resaltar que la educación constituye un pilar esencial en la edificación de un futuro sostenible, ya que además de impartir conocimientos, forma valores, actitudes y comportamientos dirigidos al bienestar social y ambiental (Real et al., 2024).

Por tanto, la sostenibilidad se ha transformado en un fundamento crucial para el futuro del planeta, y la educación se presenta como una herramienta fundamental para lograr este propósito (Real et al., 2024). Teniendo en cuenta los desafíos globales como el cambio climático, la disminución de la biodiversidad y las desigualdades sociales, la educación promueve nuevos conocimientos, fomentando valores indispensables para edificar sociedades más justas y comprometidas con el medio ambiente (Bernate y Vargas, 2020).

No obstante, es menester señalar que, en un estudio global reciente llevado a cabo por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), se reveló que únicamente la mitad de los currículos nacionales hace referencia al cambio climático, considerado como el desafío más urgente y amenazante del mundo contemporáneo (Bernate y Vargas, 2020). Al tratar este asunto, se hace de forma superficial y solo uno de cada cinco programas educativos enfatiza la biodiversidad. Además, los datos indican que el personal docente encuestado se siente seguro para enseñar sobre la gravedad de la emergencia climática, y solo un tercio se considera capaz de explicar los efectos del cambio en las temperaturas promedio, tanto en la región como en la localidad donde reside y trabaja.

A partir del análisis, el objetivo del estudio es analizar el papel fundamental de la educación en la promoción de un mundo sostenible, identificando estrategias pedagógicas. En este marco, el análisis actual tiene como objetivo investigar la función fundamental de la educación como impulsor de un mundo sostenible, reconociendo las metodologías y enfoques pedagógicos más eficaces para educar a ciudadanos comprometidos con el desarrollo equitativo y la sostenibilidad ambiental. Mediante esta reflexión, se busca resaltar de qué manera las instituciones educativas pueden guiar el cambio hacia sociedades más justas y respetuosas con el medio ambiente.

 

MÉTODO

El estudio se llevó a cabo bajo un enfoque hermenéutico, cualitativo y documental.  Esta perspectiva destacó la importancia del contexto, examinando los documentos desde su entorno histórico, social y cultural. Para ello, se seleccionaron 15 artículos de revistas indexadas en Scielo, Redalyc y Scopus, considerando como criterios de inclusión: estudios realizados entre los años 2020 al 2025; indexados en las bases de datos antes mencionadas y con temas de relevancia que enriquecieran la investigación. Entre los criterios de exclusión, se tomó en cuenta lo siguiente: estudios no correspondientes a bases de datos reconocidas, previos al año 2020 y con ningún aporte para el estudio.   Dentro de las técnicas se empleó la búsqueda bibliográfica y el análisis de contenido. Como instrumento se utilizaron fichas de registro.  

 

RESULTADOS

El análisis documental permitió identificar que la educación ocupa un rol esencial en la construcción de un mundo sostenible, al constituirse como el medio más eficaz para generar conciencia crítica, valores y actitudes orientadas hacia la protección del ambiente y el bienestar social (Pineda et al., 2023). Los documentos revisados coinciden en que la sostenibilidad requiere un cambio de paradigma educativo que trascienda la simple transmisión de conocimientos, promoviendo una formación integral basada en la reflexión, la acción y la participación comunitaria.

Entre los principales hallazgos se destaca que los sistemas educativos deben incorporar la sostenibilidad como eje transversal del currículo, integrando contenidos ambientales, éticos, económicos y culturales (Isea et al., 2024). Esta integración permite formar ciudadanos capaces de comprender la interdependencia entre los seres humanos y su entorno, así como de actuar responsablemente frente a los desafíos globales (Bernate y Vargas, 2020).

Asimismo, se evidenció que las estrategias pedagógicas más efectivas para promover la sostenibilidad incluyen el aprendizaje basado en proyectos, la educación experiencial, el trabajo colaborativo y la vinculación con la comunidad local. Estas metodologías fomentan la participación activa del estudiante, el pensamiento crítico y la aplicación práctica de los conocimientos para resolver problemáticas reales.

Los resultados también reflejan que la educación ambiental ha evolucionado significativamente, pasando de ser un enfoque centrado únicamente en la conservación del entorno natural a constituirse en un proceso dinámico que abarca dimensiones sociales, políticas y económicas (Cóndor et al., 2022). Este cambio permite comprender la sostenibilidad como un concepto integral que busca el equilibrio entre el progreso humano y el respeto por los límites ecológicos del planeta.

En síntesis, la documentación revisada confirma que el papel de la educación en la sostenibilidad no se limita a la enseñanza de contenidos ambientales, sino que implica la formación de ciudadanos conscientes, críticos y comprometidos con la transformación social hacia un futuro equitativo y responsable (Real et al., 2024).

Cabe destacar, además, que diversos investigadores han promovido el debate académico sobre las repercusiones en la política educativa de esta situación, al considerar que la EDS reemplaza a la Educación Ambiental (EA). Por lo tanto, se procederá a analizar el desarrollo de la EDS a la luz de sus enfoques teórico-metodológicos, basados en las investigaciones llevadas a cabo por un grupo de académicos destacados. En este sentido, se realiza un seguimiento de las discusiones y sus implicaciones conceptuales, éticas y metodológicas en el ámbito educativo, tanto en la región como a nivel mundial (Isea et al., 2024).

En el mismo contexto, los mismos autores indican que se pone de manifiesto en este análisis cronológico que la educación para la sostenibilidad ha sido definida con diversas denominaciones, entre las cuales destacan: educación para el desarrollo sostenible, educación para el desarrollo sustentable, educación para la sostenibilidad, y educación ambiental para la sostenibilidad (Muguerza y Chalmeta, 2020; Cóndor et al., 2022).

En las distintas conceptualizaciones la perspectiva predominante es la multidimensionalidad de aspectos (conceptos) que deben integrarse e interrelacionarse desde la interdisciplinariedad; un enfoque que ha sido propuesto desde 1972 en Educación Ambiental y que, aunque hoy en día se reconocen las iniciativas para implementar este enfoque, se evidencia un énfasis en la fragmentación del conocimiento (Cóndor et al., 2022). Las construcciones desde esta perspectiva están asociadas a grupos de trabajo disciplinares que abordan un contexto, dejando un vacío en la construcción social del conocimiento interdisciplinar, lo cual representa un desafío aún presente para los educadores y profesionales relacionados con la práctica educativa ambiental (Bernate y Vargas, 2020).

Durante los años 90, el concepto de Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS) comenzó a adquirir una relevancia especial (Muguerza y Chalmeta, 2020). La EDS tiene como objetivo capacitar a las personas para que tomen decisiones informadas y responsables en relación con los problemas ambientales, sociales y económicos. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que fueron aprobados en 2015 por la UNESCO, junto con el Pacto Verde Europeo, acordado en 2019, refuerzan la importancia de la EDS como una herramienta para construir un futuro más sostenible (Muguerza y Chalmeta, 2020; Real et al., 2024; Rodríguez, 2022).

Siguiendo esta línea de trabajo, debe considerarse un conjunto de competencias clave que permiten a la ciudadanía contribuir activamente a la transición hacia una economía más verde y sostenible. Estas competencias son esenciales para enfrentar los desafíos ambientales actuales y construir un futuro mejor para todos (Bernate y Vargas, 2020; Real et al., 2024).

Es importante destacar que las Green Comp (Competencias Verdes) constituyen un marco de competencias clave creado por la Unión Europea, con el propósito de promover la sostenibilidad ambiental y la transición ecológica en la educación, el empleo y la sociedad en su conjunto. Este marco es parte de la Agenda Europea de Competencias y tiene como objetivo dotar a las personas de los conocimientos, habilidades y actitudes necesarias para vivir, trabajar y participar en una economía y sociedad más sostenibles. La meta principal de las Green Comp es preparar a la sociedad europea para enfrentar los desafíos ambientales, en consonancia con el Pacto Verde Europeo (Green Deal) y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU (Rodríguez, 2022).

Cabe agregar que la GreenComp, también llamado Marco Europeo de Competencias en Sostenibilidad, constituye una propuesta desarrollada por la Unión Europea (UE) en línea con el Pacto Verde Europeo, buscando incentivar el aprendizaje y la concienciación en materia de sostenibilidad ambiental en los países miembros. Igualmente, la GreenComp fue desarrollada como parte de la Agenda Europea de Sostenibilidad para integrar la educación en sostenibilidad en todos los niveles formativos.

Esta persigue fomentar soluciones creativas para problemas ambientales (Rocha y Golovátina, 2025); así como la participación en la transición ecológica (energías renovables, movilidad sostenible, entre otros). Por ejemplo, la promoción de tecnologías verdes (McLure et al., 2022).

Desde esta visión, la sostenibilidad en la educación busca concienciar sobre problemas globales como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y el agotamiento de recursos, asimismo, persigue fomentar valores como la responsabilidad, el respeto por la naturaleza y la justicia social, promoviendo acciones concretas que reduzcan el impacto ambiental en las instituciones educativas y en la vida diaria.

Asimismo, se resalta que la sostenibilidad en la educación se ha transformado en un pilar fundamental de las políticas educativas a nivel global, especialmente en el contexto de la crisis ambiental y social del siglo XXI (Bernate, 2021). Su relevancia se encuentra en la formación de ciudadanos conscientes, responsables y aptos para tomar decisiones que fomenten el desarrollo sostenible (Muguerza y Chalmeta, 2020).

De acuerdo con Muguerza y Chalmeta (2020), la educación es el pilar fundamental para el desarrollo sostenible de un país, abarcando sus dimensiones económica, social y ambiental. Por ende, se le debe reconocer como un derecho esencial para una vida digna y el crecimiento personal, así como un elemento clave en la lucha contra la pobreza y la desigualdad. Según investigaciones de la UNESCO, la educación no solo impulsa avances en áreas como la salud, la nutrición, el medio ambiente y la participación ciudadana, sino también está interconectada con los logros alcanzados en otros campos del desarrollo. 

Igualmente, Muguerza y Chalmeta (2020) destacan que, la educación para el desarrollo sostenible es fundamental para transformar valores y actitudes, garantizando la protección de los recursos naturales y el medio ambiente. Esta enseñanza implica: (a) Valorar y proteger los recursos de la Tierra y las culturas de todos los pueblos; (b) Promover un mundo donde todas las personas tengan acceso a alimentos para una vida saludable y productiva; (c) Evaluar, conservar y restaurar el equilibrio ecológico del planeta; (d) Contribuir a una sociedad más justa, segura y equitativa. Actuar como ciudadanos responsables, ejerciendo derechos y cumpliendo deberes a nivel local, nacional y global.

Ante el incremento de las exigencias sociales, ambientales y económicas, es crucial formar una ciudadanía informada sobre los desafíos y oportunidades que implica la sostenibilidad (Bernate y Vargas, 2020). Por ello, esta debe integrarse en los currículos educativos no como un elemento complementario, sino como un eje prioritario.

De igual manera, se resalta que, durante la educación primaria y secundaria, las instituciones educativas tienen la capacidad de promover valores orientados al respeto hacia los diversos ecosistemas y al manejo responsable de los recursos naturales desde los primeros años de formación. De esta forma, los estudiantes podrían adquirir conocimientos sobre la relevancia de preservar el agua, optimizar el consumo energético, practicar el reciclaje, entre otros temas, integrados en disciplinas como ciencias, geografía y ciencias sociales. Además, incorporar contenidos relacionados con el cambio climático y la economía circular puede contribuir a desarrollar en los alumnos una postura crítica frente a los impactos del consumismo excesivo, así como a fomentar la adopción de prácticas sostenibles y regenerativas. 

En este mismo contexto, es pertinente señalar que la sostenibilidad en la educación radica en que el cambio climático, la disminución de la biodiversidad, la contaminación y la ineficaz gestión de los recursos naturales son algunos de los desafíos globales que requieren soluciones inmediatas. Para abordarlos, es fundamental que las generaciones futuras adquieran conocimientos sobre sostenibilidad, desarrollen habilidades críticas y adopten valores responsables que les permitan tomar decisiones informadas en su vida cotidiana (Bernate y Vargas, 2020; Bracho-Fuenmayor, 2022).

En este sentido, integrar la sostenibilidad en la educación no solo implica tratar el problema desde una perspectiva teórica, sino también ofrecer a los estudiantes las herramientas necesarias para actuar. Esto conlleva fomentar en ellos una visión integral, donde comprendan la interconexión entre el medio ambiente, la sociedad y la economía, de modo que se desarrolle un enfoque global hacia el desarrollo sostenible (Muguerza y Chalmeta, 2020).

 

Estrategias para integrar la sostenibilidad en las aulas

Bernate (2021), destaca que en el siglo XXI, la sostenibilidad ha emergido como uno de los asuntos más importantes, no solo en los ámbitos social y económico, sino también en el educativo. Las generaciones actuales y futuras deben enfrentar retos ambientales que exigen una formación capaz de desarrollar ciudadanos responsables y comprometidos con el cuidado del medio ambiente. En este contexto, la educación sostenible adquiere un rol clave, siendo los docentes los principales responsables de fomentar esta conciencia en el entorno escolar (Pineda et al., 2023). 

En este sentido, es necesario implementar programas de reciclaje y reducción de residuos, promoviendo el uso de energías renovables (paneles solares, iluminación eficiente y creando huertos escolares para aprender sobre agricultura sostenible.

Por otro lado, es importante propiciar el aprendizaje experiencial en función de organizar excursiones a reservas naturales o centros de reciclaje mediante proyectos estudiantiles como campañas de reforestación o limpieza de espacios públicos (McLure et al., 2022). También se debe capacitar a los profesores en metodologías pedagógicas verdes, incentivando a la investigación en educación ambiental (Cóndor et al., 2022). Desde esta perspectiva, los docentes pueden crear iniciativas que aborden distintas áreas, como biología, geografía, economía y ética, enfocándose en temas como energías limpias, protección de la biodiversidad o evaluación de políticas ambientales (Isea et al., 2024). 

Se destaca que, integrar la sostenibilidad en la educación es clave para formar a los estudiantes ante los retos futuros (Real et al., 2024). En esta área, los docentes tienen un rol fundamental, por lo que es crucial contar con los recursos adecuados para fomentar la conciencia ecológica en su enseñanza (Pineda et al., 2023).

De esta manera, Zarzosa (2025) afirma que una educación de calidad y sostenible genera un efecto positivo directo en las comunidades, al mismo tiempo que favorece a las generaciones venideras. Por esta razón, se incluye entre los diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos por la ONU (Mendoza, 2024; Muguerza y Chalmeta, 2020; Rodríguez, 2022). Los alumnos con conciencia ambiental pueden motivar a sus pares, familiares, amigos y vecinos a implementar hábitos responsables, como el reciclaje, la reducción de plásticos, el ahorro energético y el uso racional del agua. 

La educación sostenible (o educación para el desarrollo sostenible, EDS) es un enfoque pedagógico que busca integrar los principios de sostenibilidad ambiental, equidad social y viabilidad económica en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Su objetivo es formar ciudadanos conscientes, críticos y comprometidos con la construcción de un futuro más justo y equilibrado (Muguerza y Chalmeta, 2020; Real et al., 2024). Para ello, se deben desarrollar habilidades para el Siglo XXI, impulsando competencias como el pensamiento crítico, la colaboración y la creatividad, aspectos esenciales en un mundo en transformación (Bernate, 2021; Rocha y Golovátina, 2025).  En este marco, la EDS es clave para alcanzar el Objetivo 4.7 de los ODS, el cual busca garantizar una educación inclusiva y sostenible (Gordillo et al., 2023; Rodríguez, 2022). 

Para finalizar, se sostiene que la educación sostenible no solo prepara a personas conscientes de su impacto, sino también promueve transformaciones estructurales para construir sociedades más sólidas. Por tanto, lograrlo exige políticas educativas creativas, capacitación de profesores y un compromiso activo de la comunidad (Rocha y Golovátina, 2025).

 

DISCUSIÓN

Los resultados obtenidos revelan una clara correspondencia entre la educación y la construcción de un mundo sostenible, lo cual concuerda con diversos enfoques teóricos recientes que reconocen a la educación como una herramienta de transformación social. En este sentido, la formación para la sostenibilidad trasciende la enseñanza tradicional y se convierte en un proceso participativo que impulsa la conciencia ecológica, la equidad social y la responsabilidad ciudadana.

Se observa que la sostenibilidad educativa requiere una profunda reestructuración de los sistemas formativos. No basta con incluir contenidos ambientales en los programas académicos; es necesario repensar las prácticas pedagógicas, el rol del docente y los espacios de aprendizaje para que estos promuevan la reflexión crítica y la acción transformadora (Pineda et al., 2023). La escuela, en este contexto, se consolida como un escenario clave para fomentar la cooperación, la solidaridad y el respeto por los recursos naturales.

Asimismo, la evolución conceptual de la educación ambiental evidencia la transición de un modelo informativo a uno formativo y emancipador (Cóndor et al., 2022). Las fuentes analizadas destacan que la educación para la sostenibilidad debe fortalecer la capacidad de las personas para tomar decisiones éticas, comprender la complejidad del desarrollo humano y actuar en favor del equilibrio entre el progreso y la conservación de los ecosistemas (Villareal y Zayas, 2021; Isea et al., 2023).

Otro aspecto relevante es el papel de las estrategias pedagógicas activas. El aprendizaje basado en proyectos, el trabajo colaborativo y las experiencias comunitarias permiten conectar los conocimientos con la realidad, contribuyendo a la construcción de soluciones colectivas frente a los problemas ambientales. Esto reafirma la idea de que la sostenibilidad no se enseña, sino que se vive y se construye en comunidad.

En conclusión, se evidencia que la educación no es un componente más del desarrollo sostenible, sino su motor esencial (Muguerza y Chalmeta, 2020). Su papel radica en formar sujetos conscientes, capaces de pensar globalmente y actuar localmente, orientando sus decisiones hacia un futuro equitativo, responsable y en armonía con la naturaleza (Real et al., 2024).

 

CONCLUSIONES

La educación para la sostenibilidad aborda de forma más directa y le da una visión mucho más integral al tema del ambiente e incluye objetivos más ambiciosos en cuanto a las competencias que desea desarrollar en las personas. Por consiguiente, puede señalarseE que, la educación ambiental como concepto ha evolucionado desde ser considerada como una educación en labores ambientales y de responsabilidad para proteger al ambiente, hasta convertirse en un instrumento de capacitación dinámico, abarcando temas económicos, políticos y sociales, que pueda desarrollar las capacidades de las generaciones para crear un futuro sostenible.

Asimismo, se considera que, debido al hecho de que se necesita con urgencia generar cambios en la conducta y las prioridades de las personas para desarrollar capacidades que creen un ambiente propicio para la sostenibilidad. Las Naciones Unidas formula la década de la educación para la sostenibilidad, en la que se desea difundir la información, motivar la calidad de la educación, ayudar al alcance de las metas del milenio e incorporarla en todos los niveles.

Dentro de esta misma línea, es importante señalar que el rol de las instituciones educativas para la sostenibilidad ha evolucionado a través del tiempo, comenzando tímidamente en la década de los noventa con las metas de despertar la conciencia en los gobiernos y demás instituciones, estableciendo programas de educación ambiental y siendo un ejemplo de gestión ambiental.

Las instituciones educativas son definidas como actores fundamentales para las metas de la década y actualmente debe entrenar a los futuros líderes que asegurarán la sostenibilidad de las generaciones futuras y deberá incluir este concepto integral a todo nivel en la institución, desde los programas académicos de pre y postgrado hasta la capacitación a sus empleados y la formulación de procedimientos administrativos sostenibles. Ante ello se destaca que, a través del tiempo, las instituciones educativas han hecho esfuerzos para unificar criterios sobre cómo se incluye la sostenibilidad en ellas y cómo formar profesionales integrales, específicamente en las universidades, instituyendo profesionales en tercero y cuarto nivel.

En conclusión, se determinó que promover la sostenibilidad en el ámbito educativo implica apostar por un mañana en el cual las futuras generaciones actúen con responsabilidad ambiental y social. Tanto en las prácticas pedagógicas como en las decisiones institucionales, cada iniciativa contribuye a forjar una sociedad más equitativa y respetuosa con el entorno.

Atendiendo a lo expuesto se sugiere incorporar la sostenibilidad como eje transversal en el currículo educativo, garantizando que todos los niveles y áreas del conocimiento promuevan la conciencia ambiental, la responsabilidad social y el pensamiento crítico. De igual manera, se recomienda fortalecer la formación docente en educación para la sostenibilidad, mediante programas de actualización que impulsen metodologías activas, reflexivas y participativas orientadas a la transformación social y ambiental, al igual que a la innovación.

 

FINANCIAMIENTO

No monetario.

 

AGRADECIMIENTO

Gracias a quienes cooperaron con el desarrollo de la presente investigación, por sus relevantes contribuciones.

 

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